Los sentimientos

Imagen de Simón Rabanal

Orfeo, de F. CervelliSupongamos que tenemos la intención de estudiar algunos sentimientos para poder tener su control y no ir un paso por detrás de ellos. Supongamos además que ese estudio pretende ser tan sencillo que sólo con tematizar algunos, sea suficiente para tomarlos como indicio de las nuevas posibilidades que le puede ofrecer al alumno. Supongamos, al fin, que al reflexionar sobre ellos, caemos en la cuenta del inmenso caudal de experiencias que hemos dejado de tener presente por no hacer siquiera un pequeño inventario sentimental.

Para invitar a reflexionar sobre los mismos propongo el siguiente material:

Primero una breve lectura del mito de Orfeo y Eurídice. Con él se puede llegar a considerar la importancia de los sentimientos en la vida del hombre y, por el contenido del mito, se puede ofrecer una especie de hilo conductor para entender el material artístico que se ofrece a la reflexión. Este hilo tendría que imaginar al hombre como un púgil, que combate en el cuadrilátero que es la vida y tiene que pelear sabiendo que lo circundan cuatro fuerzas: las del amor, la muerte, la razón y la pasión. En ese escenario, muchas de las formas artísticas viven de la presencia de esas fuerzas. Si leemos este mito desde esa perspectiva, su lectura es muy rica y profunda.

"El grito", de E. MunchSegundo. Pasaríamos a hablar de los deseos como motores de la acción o de la inacción, como es el caso del miedo y la angustia. Propondría el cuadro de E. Munch titulado "El grito". Se pretende que el alumno exprese los sentimientos que le produce y sea capaz de recorrer ese grupo de fuerzas artísticas y retornar a sí mismo para verlas desde una nueva posición.

Tercero. Trataríamos del ánimo y del desánimo mediante el análisis de dos poesías: "Nanas de la cebolla" de Miguel Hernández y "Donde habite el olvido" de Luis Cernuda. En ambos domina ese sentimiento de impotencia que cada poeta "resuelve" de diferente manera. Los alumnos tienen que identificar ambas acciones y, de nuevo, remitirlas a sí mismo, colocarlas en situación de manera que el alumno deje libre otras reflexiones.

Cernuda leyendo su estremecedor poema Donde habite el olvido:

Enlace al documento de audio de Cernuda leyendo Donde habite el olvido: CernudaDondeHabiteElOlvido.mp3

Cuarto. Este sería el apartado más ambicioso. Aparece el tema de la identidad personal. Una vez vueltos sobre sí en esa especie de viaje sentimental (del cuadrilátero teórico a la espiral de la vida de cada uno), sería muy propicio incluir a Hume para tratar con él tres de sus temas más importantes y que caben perfectamente en esta temática: la capacidad de no prever racionalmente el futuro ( o sea, la importancia de vivir el presente en una indecisión vital), la falsa imagen de uno ser sí mismo que vale para justificarlo todo ( la crítica a la visión sustancialita del hombre), y el cuidado del sentimiento como valor vital. (Ética emotivista). Por su extensión habría que acotarlo de la siguiente forma:

  • Un pequeño comentario sobre la inverosímil suposición de que el futuro está al alcance de la mano, un alcance que tendría como instrumento la razón. Mediante el tan comentado ejemplo de las bolas de billar, aparece la creencia acompañada del sentimiento de que el futuro me será favorable, pero a expensas de una razón que huye de las falsas promesas. Estas cuestiones quizás lleven al alumno a pensar en la indeterminación e incertidumbre como horizontes vitales.
  • Inicio del tema de la identidad personal con el cuadro de Francis Bacon: "Estudio del retrato del Papa Inocencio X de Velázquez". Se pide a los alumnos que comparen la figura del papa que pinta Velázquez con la que realizó el pintor dublinés. No cabe duda que el concepto de identidad personal sería al menos ambiguo y no se podría definir en sus términos clásicos.  Sigo con este tema y propongo ahora un juego con el fin de identificar aquellos aspectos que supuestamente hemos mantenido desde pequeños y aquellos en los que hemos cambiado al pasar el tiempo. Este juego se divide en dos partes: en la primera, los alumnos contestan a preguntas que abogan por no mantener la identidad, como por ejemplo, ¿sobre qué cuestión tienes ahora unos sentimientos agradables y hace años tenías otros muy diferentes? En la segunda parte, preguntas relacionadas con la identidad, como por ejemplo, ¿qué hace que tú seas tú? Propongo con ellas adentrarnos en el terreno de si es posible mantener una personalidad a lo largo de toda la vida o por el contrario nada permanece como soporte de nuestras vivencias.

     

    Versión del papa Inocencio X, por Bacon El papa Inocencio X, por Velázquez

     

  • Hablamos, por último, sobre el sentimiento de empatía: la posibilidad de ponerse en el lugar del otro hará que los alumnos enfoquen su vida desde otro ángulo. Serviría la poesía de Miguel Hernández, "Elegía a Ramón Sijé".

Quinto. Acaba el tema con una reflexión sobre el sentido del hombre como ser individual y colectivo. En el primer punto, se incluiría la poesía de B. Brecht, "El ciruelo" y en el segundo, el cuadro de Picasso "El Guernica". De una parte, el alumno reflexionaría sobre la manera que tiene el poeta alemán de entender la dura situación del hombre actual, y de otra parte, se analiza en el cuadro la hiriente y dura imagen de la guerra. Al finalizar este apartado propondría una breve reflexión sobre la necesidad de la filosofía para erradicar la ignorancia, uno de los motivos de la guerra.

Para recuperar aquella información relevante se podría plantear un breve resumen de la misma, sobre todo para que el alumno se diese cuenta de lo que ha llegado a obtener por sí mismo. De hecho, es más importante que el alumno sepa lo que ha llegado a saber por sí mismo y cómo mejorarlo, que definir perfectamente todos los conceptos implícitos. Algo importante: habría que hacer más operativo este tema relacionándolo con una definición de filosofía que facilitara la comprensión de lo que tiene de filosófico el tema. La idea de filosofía podría ser la que sirvió a Kant, por ejemplo, alcanzar la mayoría de edad o cierta madurez.  Como ya se ha planteado la necesidad de la filosofía, no sería muy complicado su planteamiento. Con ella intentaríamos combatir cierta indolencia y pesimismo respecto al saber en general y al saber filosófico en particular.

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