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Imagen de Francisco Calzado

El dolor como consecuencia de la evolución

Esta mañana intentaba explicar a mis alumnos de Psicología que los seres humanos, lo mismo que el resto de los seres vivos, somos un producto de la evolución. Se me ocurrió el ejemplo del dolor: si sentimos dolor en determinadas situaciones (cuando nos cortamos, cuando nos caemos, al acercar una mano al fuego, etc.) es porque, de alguna manera, esa posibilidad de sentir dolor nos beneficia.

Es decir, esa posibilidad de sentir dolor ha sido, en su origen evolutivo remoto, resultado de una mutación (o serie de mutaciones) genéticas que produjo en nuestros antecesores una ventaja adaptativa, mejorando, en consecuencia, las posibilidades de transmitir esa  misma característica ventajosa a su descendencia. Así se perpetúa (por la vía de la transmisión genética) el mecanismo del dolor, por poner un ejemplo entre otros muchos posibles.

Pero, ¿qué ocurre si por alguna anomalía genética nacen individuos (humanos) insensibles al dolor? Eso es lo que nos explica el siguiente archivo de audio, que ha colmado la curiosidad y la inmensa sorpresa de mis alumnos cuando les dije que el hecho de tener la sensación de dolor en determinadas circunstancias nos está salvando constantemente la vida.

El documento sonoro es un fragmento del desaparecido programa de Radio Exterior de España "Vanguardia de la Ciencia", presentado y dirigido por Ángel Rodríguez Lozano. Se emitió el 16 de diciembre de 2006 en la sección Cartas de Ulises de este inolvidable programa.

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